El día Mundial del Malbec se conmemora el 17 de abril, apenas 3 días después de el del Tannat. Se podría pensar que hubo un acuerdo entre los productores de los dos países para elegir estas fechas contiguas. Pero fue mera coincidencia, fruto de la casualidad. El de la cepa emblema argentina evoca el día de 1853, cuando se presentó oficialmente el proyecto para crear la Quinta Agronómica de Mendoza – la primera escuela de agricultura del país. Se dice que su primer director, contratado por Domingo Sarmiento – el agrónomo francés Michel Pouget – fue quien la llevó desde Chile, adonde había emigrado años antes

Durante más de un siglo, la Malbec no se destacaba entre las otras tintas francesas, en un país que destinaba casi el 100% de la producción a los vinos comunes o de mesa. Fue recién a fines de la década de los 90, que el potencial de esta uva quedó en evidencia. Casi llegando al siglo XXI, fue que los productores argentinos se dedicaron a elaborar vinos finos y con grata sorpresa descubrieron, que en sus viñedos había una “joya” escondida.  De entrada, sus primeros varietales se destacaron en el mercado y recién entonces pudo adquirir el nombre Malbec, cepa que, hasta ese momento, se la conocía como la “uva francesa”.

En la actualidad, el Malbec representa un 50% de las exportaciones de vino argentino y también es la variedad más consumida internamente, llegando al 72% de la producción total de vinos del país. Hoy ya superan las 30.000 hectáreas sus viñedos, para que Argentina sea el país con mayor superficie plantada. Cabría preguntarse. ¿por qué tuvo tanto éxito esta cepa francesa en suelo argentino? La razón es simple, la ventaja principal que tiene Argentina es la baja fertilidad y la sequedad de sus suelos, en particular en las zonas áridas que bordean los Andes. El Ing. Alberto Arizu de la bodega Luigi Bosca lo confirma al expresar:” es una variedad que crece mejor en zonas desérticas. Su principal enemigo es el agua«.

La categórica afirmación del Ing, Arizu, permite saber por qué, siendo una variedad tinta tan exitosa en Argentina y en el mundo, aquí en Uruguay casi no se la trabaja. Cierto es que algunas bodegas se han animado a experimentar con ella y a menudo con buenos resultados. Tal es el caso de Giménez Méndez, Establecimiento Juanicó, Carrau y Bertolini & Broglio, por citar algunas.  En el caso de su bodega, Carlos Pizzorno opina que da un óptimo resultado el combinarla con la Tannat, para aportarle una mayor impronta de fruta, como sucede con el Don Próspero Tannat/Malbec.

Viñedos y Olivares del Quintón en Tarariras – de Marcelo Álvarez y Virginia Chivetti – en cambio la cultiva y ha obtenido excelentes varietales que han merecido justo reconocimiento en distintos concursos internacionales. Su Bruna Insignia Malbec 2018 obtuvo medallas de oro en Europa y en el Brazil Wine Challenge 2022.

Por su lado Familia Deicas ha tomado un camino diferente y ofrece dos varietales elaborados en Argentina, a partir de un viñedo propio en Luján de Cuyo, Mendoza. Figuran sin duda entre los de alta gama y son el Cru d’Exception Malbec y Single Vineyard Perdriel Malbec.