La aventura siciliana de Catadores comenzó en la parte oriental de la isla. Catania, fue la ciudad base desde donde visitamos tres regiones vinícolas destacadas: Noto, Siracusa y Etna. Las tres son denominaciones de origen controladas. Las dos primeras, además, son propiamente ciudades. Antiguas y hoy turísticas. Por ellas pasaron griegos, fenicios, romanos, árabes, españoles, entre otras tantas civilizaciones. Todas dejaron sus huellas que hoy turistas del mundo recorremos placenteramente

El Etna, o “su majestad el Etna” como le llaman los locales, es el volcán más alto de Europa y marca la vida y la historia de Sicilia. La crónica de nuestra primera parte del viaje contempló la visita de tres cantinas, cada una con su propia identidad.

Buonivini Planeta

Fue en 1995 que Diego Planeta decidió ampliar sus negocios agrícolas, elaborando vinos. Su estrategia fue introducir cepas francesas en un territorio colmado de cepas autóctonas. El gran éxito sucedió en el año 2000 cuando la revista Wine Spectator incluyó en su TOP100 el Chardonnay Planeta. A partir de entonces, los vinos de Sicilia comenzaron a ser considerados en el mundo.

Nuestra visita fue a Buonivini, una de las seis cantinas de la familia. Viviana, una siciliana cordial y gentil ofició de anfitriona y nos enseñó las viñas rodeadas de almendros y olivos salpicados en el suelo calcáreo de la región. El camino nos llevó hasta la Cantina Invisibile, donde se encuentra la bodega y la sala de barricas, bajo tierra, respetando la fisonomía del lugar que es fundamental.

Solo dos cepas se cultivan en esta finca: Moscato di Noto y Nero d’Avola. Con la primera se elabora un vino blanco seco y otro dulce – llamado Passito di Noto. Con el Nero d’Avola, cepa insignia de la isla, producen el reconocido Santa Cecilia, al que la familia Planeta, distingue con su escudo familiar en la etiqueta.

Girolamo Russo

En la ladera norte del Etna, Dante y Giuseppe, llevan adelante un viñedo de tan solo 20 hectáreas, con solo dos cepas propias de la región: Nerello Mascalese y Nerello Cappuccio. Con ambas tintas, se producen vinos de corte. El recibimiento fue en la terraza de una antigua hacienda devenida en centro de visitantes. Al sol y con la majestuosidad del cercano volcán iniciamos nuestra visita con una amena conversación con Dante. Una vez adentro, continuamos con un aperitivo con productos de la zona: ricota fresca de búfala; quesos, embutidos, panes, olivas, y una especie de minestra de brócoli al vino tinto. Para finalizar, pasta con hinojo salvaje y pequeñas uvas pasas. El Etna nos estaba dando una bienvenida inesperada.

 

Cantine Gulino

A una hora de Catania y rumbo a Siracusa, visitamos Cantina Gulino que data de 1793. Habíamos coordinado la visita con Simona, quien nos propuso probar la extensa línea de vinos de la cantina.

Jaraya: un blanco dulce – estilo passito – elaborado con Moscato Bianco el cual acompañamos con quesos, olivas secas y almendras. Rosavì: rosado color piel de cebolla y buen cuerpo, producido con Nero d’Avola. El maridaje, embutidos artesanales. Eileos: Moscato Secco servido con un pannino di maialino. Pretiosa: un blanco de la cepa Albanello, muy esperado por el grupo debido a su cepa indígena. Una lasagna de salchicha y hongos fue el plato ideal. Finalmente, dos tintos: Fanus: corte de Syrah y Nero d’Avola; y el Drus: 100% de la cepa siciliana por excelencia, que confirmó para todos, su prestigio.