El primer seminario de vinos orgánicos de nuestro país, se generó a raíz de un viaje de egresados de la escuela Gato Dumas, a visitar bodegas de Mendoza y Chile. “En 9 días visitamos 21 bodegas, muchas de ellas dedicadas a producir sus vinos sin intervención de sustancias químicas, por lo cual se las incluye en la categoría orgánicas o biodinámicas..” nos decía Alejandra Puig, docente del instituto

La inquietud se generó cuando en una de esas visitas, uno de los vinos servidos tenía una acidez volátil evidente, o sea la presencia del ácido acético que anuncia su deterioro. Varios de los visitantes se lo comentan con cierta alarma al enólogo anfitrión, quien les responde que es natural en vinos que se elaboran sin preservantes químicos. Ni Alejandra, ni el resto del grupo aceptó esta explicación y volvieron a casa muy intrigados y con el firme propósito de investigar más sobre el tema. Vale la pena aclarar, que este tipo de elaboraciones ecológicas en nuestro país son muy poco conocidas, ya que recién están despertando el interés de algunos productores locales.

Un trío emprendedor

Junto con Alejandra, sus colegas Ana Isabel Sánchez y Rodolfo Rodríguez se pusieron la mochila al hombro y en primer lugar buscaron el apoyo en el exterior a través de los contactos generados en el viaje. El Ing. Agr. Juan P. Tapia de Viña Koyle y la Lic. Rocío Martín de bodega Alpamanta en Mendoza comprometieron su participación y de esta manera se echó a rodar el proyecto. Lo que al principio se pensó como una simple charla, fue tomando vuelo a medida que se contactaban con enólogos e ingenieros agrónomos de INAVI, de la UDELAR y del INIA, quienes apoyaron con firmeza la idea y hasta se postularon para intervenir como disertantes en caso el proyecto cuajara. El hotel Intercity les abrió sus puertas y entre otros apoyos, la comuna Canaria se hizo cargo del pasaje y hospedaje de Rocío Martín, mientras que La Perdiz de Rivera contribuyo con el aéreo del Ing. Tapia. Promocionado en las redes y en sendas entrevistas radiales, el interés fue creciendo día tras día, hasta llegar a completar un cupo de 75 participantes.

Las conclusiones importan

Cabe preguntarse si nuestras condiciones climáticas, permiten este tipo de cultivo que rechaza usar fitosanitarios en el viñedo. Porque hay que tener en cuenta que tanto en Chile como en Argentina, la  sequedad de sus veranos es un factor fundamental que ayuda a evitarlos. Este fue uno de los temas abordados en el panel de cierre, que concluyó que ha llegado el momento de comenzar a ensayar y practicar para implementarlo. De hecho ya hay una bodega en Uruguay que tiene una hectárea de viñedo certificado orgánico y produce un vino con sus uvas. El gran punto es el cambio de cabeza que se hace necesario realizar. La otra cuestión atañe a la rentabilidad de estas prácticas, que requieren mayor mano de obra a lo que se suman los riesgos reales de perder cosecha al faltar la protección habitual. De todas maneras los panelistas coincidieron que en el exterior hay mercados, dispuestos a pagar más por vinos verdes o ecológicos.  Así lo remarcaba la Dra. Sc. Milka Ferer, catedrática de la Facultad de Agronomía, señalando que este avance realizado en ambos países, se basó en la fuerte motivación y en el deseo de alcanzar tanto en Europa como en USA, a un público que culturalmente ya está familiarizado con el concepto y reconoce su valor.

En definitiva, el cambio climático ya se hace notar en distintas regiones del planeta y la conciencia ambiental de los consumidores aumenta por doquier. Por eso debemos saludar la iniciativa exitosa de este joven trío de profesionales, del cual ahora estamos esperando nuevas iniciativas.