También en los vinos hay modas, como en casi todos los productos que la sociedad de consumo desea, compra y utiliza. Y al igual que en ella, algunas son efímeras y otras duran más. Desde hace un tiempo aparecieron los vinos naranjas, sin tener nada que ver con los cítricos y en algunos mercados lo hicieron con mucha fuerza

Así lo destacó Alberto Barbieri, en La Vanguardia de Cataluña hace un par de semanas:”Desde el año pasado, en las mesas de los restaurantes más prestigiosos de Europa, Asia, Oceanía y Estados Unidos han aparecido botellas de vino naranja”.

De tradición milenaria

Curiosamente no se les puede tildar de nuevos, porque en Georgia y Armenia, ya se elaboraban hace miles de años. Se les llama así, por su color ambarino que les viene de una elaboración poco habitual para un blanco. Porque se producen con uvas blancas, pero con una técnica similar a la de los tintos. O sea, en vez de quitar la piel de las uvas para fermentar solo el jugo, las cáscaras quedan en el mosto durante la fermentación, lo cual genera su color anaranjado. De esta manera se diferencian de blancos y rosados. Tanto así, que algunos lo llaman “el cuarto color”. De paso y para aterrizar en el mundo de las redes, esa intensa coloración resulta ideal para que muchos de los habituales usuarios, suban la clásica imagen del plato y la copa en la mesa del restaurante.

De UK llegan noticias

No sólo el color los diferencia, sus aromas y sabor también lo hacen “y son vinos más gastronómicos por su volumen en boca y por la concentración de aromas y sabores diferentes que se originan en el proceso” decía Gabriela Zimmer. Ella vivió muchos meses en Londres, donde ejercía su función como embajadora de Wines of Uruguay, dando a conocer nuestros vinos en ese importante mercado europeo. Y de los naranja nos contaba:” Participé en varias degustaciones de vinos naturales, en las que los vinos naranjas se incluyen, porque la norma establece que se elaboren sin sulfitos. En particular recomiendo el libro Amber Revolution de Simon Wolf para saber más de ellos. Un escritor que vive en Holanda, que tiene muy buena onda y siempre predica a su favor. Creo que son muy interesantes desde su particular elaboración hasta la historia ancestral que viene de Georgia, donde se fermentaban en ánforas y aún algunos productores lo hacen”.

Los Naranja de Bruno

Desde que ejerce su título de enólogo en la bodega familiar de Peñarol, Bruno Bresesti  ha creado muchos nuevos vinos de gran categoría. Con su Tannat Premium 2015, obtuvo una medalla de plata en el concurso Vinalies Internationales, el de la asociación de enólogos de Francia.  Su inquietud y espíritu de innovación ahora lo llevaron a encarar la producción de sus vinos naranja. Hizo un primer ensayo el año pasado pero no quedó conforme con el resultado. Repitió sus pruebas aprovechando este último verano espectacular y no elaboró uno, sino cuatro diferentes. Para contrastarlos entre sí utilizó tres variedades – Ugni Blanc, Sauvignon Blanc y Moscatel de Hamburgo. Siguiendo lo convencional, fermentó las uvas junto a sus cáscaras y una vez finalizado el proceso, no se apuró a realizar el descube. Durante 6 meses dejó a los vinos en contacto con sus hollejos. De esta manera no sólo se colorearon, sino que además se robustecieron en cuerpo, sabor y aroma, para lograr alcanzar la tipicidad y el estilo que los caracteriza. Para vestir sus botellas, Bruno prefirió unas etiquetas de diseño rupturista, de colores claros y en donde la bodega aparece identificada casi disimulada, en letras pequeñas. Es necesario avisar también, que la insólita presencia de borras es parte de esta moda que aún no sabemos si será duradera. Por tratarse de pequeñas partidas, se vende sólo en Vinotecas al precio de $450.