Caras felices, muchos reencuentros y abrazos hubo el martes 21 en la inauguración de la nueva sede de INAVI. Bodegueros, viticultores y enólogos mostraban su contento por el logro de contar con una moderna casa propia, mientras se aguardaba la llegada del presidente Luis Lacalle, para cortar la cinta a la entrada del edificio

“El pesimista ve la dificultad en cada oportunidad; el optimista ve una oportunidad en cada dificultad”. Con esta cita de Winston Churchill, el presidente de INAVI, Ricardo Cabrera, comenzó su discurso de inauguración.

“El Instituto nació en un mar de dificultades cuando la suerte del sector vitivinícola se veía amenazada. Por la falta de competitividad, por producciones con poca rentabilidad y en general vinos de baja calidad.  Sin embargo, a fuerza de tesón y responsabilidad, se siguió adelante siempre mirando el horizonte. Creciendo en calidad de uvas y de los vinos nacionales, sin nada  que temer a la libre competencia y, con el objetivo de ser protagonista en los mercados de exportación” agregó Cabrera.

Una apuesta soñada se hizo realidad

Por su parte el presidente Luis Lacalle Pou, felicitó a la familia vitivinícola por la concreción de esta obra:“Cuando me decían cómo se iba a hacer el edificio, con qué recursos y en cuánto tiempo; todo me parecía un poco arriesgado y hasta osado de más. Pero hace tiempo que digo una frase que me gusta mucho y es que, prefiero sujetar al loco que empujar al que se queda”.

“Por supuesto que lo más importante – indicó – no son los ladrillos, las paredes, ni el cemento. Lo más importante es la gente. El sector vitícola la tiene y esta obra es el ejemplo de que cuenta con ella”.

“Uruguay puede jugar en la cancha grande. Está comprobado que cuando la gente viene, conoce a nuestros productores, conoce nuestra amabilidad, nuestra hospitalidad y que después, todo eso se concentra en una botella, se enamora de nuestro país y el vino es uno de nuestros mejores embajadores” resumió el presidente.

Exportar es la consigna

En sus palabras Lacalle enfatizó la gran necesidad de exportar, como la mejor opción para que el sector siga progresando. Y se viene haciendo. Hace diez años el techo se situaba en los USD 10: millones de exportación anual. Hoy ya estamos en el doble de esa cifra, pero cuesta sobrepasarla, dada la conformación del sector bodeguero. La gran mayoría son empresas familiares de tamaño medio, que normalmente concurren a las ferias internacionales. Pero en un mercado mundial tan competido eso no es suficiente, visitar a los clientes con cierta asiduidad se hace necesario para no perder posición y esto es costoso.  Por suerte y recostado a nosotros está Brasil, que absorbe  un 60% de nuestra exportación y donde nuestros VCP tienen muy buena reputación.

Para el sector vitivinícola, el momento actual sigue siendo un desafío constante, aunque una oportunidad, como dijo Cabrera, que ya  dura 34 años.