Una es la palabra más importante de la frase y por eso va escrita en mayúsculas. Hace referencia a la excepcionalidad de la ocasión. En este caso, de una única mesa, donde un grupo de privilegiados comensales nos sentamos a su alrededor para compartir una única cena, que al finalizar la noche se convertiría en una experiencia colmada de sensaciones. La original y maravillosa idea es de Martin Milesi, cocinero argentino, que arribó a nuestras tierras desde la lejana y fría Londres para hacernos parte del proyecto más cálido, armonioso y delicioso del verano

“Una One Table” es el efímero restaurante que el argentino montó en la torre del reloj de la estación ferroviaria de St. Pancras, en el centro de Londres. Desde ahí parten y arriban trenes reales todos los días del año. En ocasiones, también anuncian su partida, aquellos que tienen como destino Howards, la escuela de magia más famosa y novelesca de los últimos tiempos.  Quizás haya sido el poder del intrépido Harry Potter que alcanzó al cocinero sudamericano que desde 2014, ejecuta con delicada perfección un concepto gastronómico original y bien diferente. Además de ingredientes comunes a cualquier cocina, Milesi añade música, danza, sorpresas, magia, luces y efectos que complementan un menú que nutre de manera especial el alma. Y lo hace solo para 12 personas, que sin conocerse, se sientan en una única mesa, para compartir mucho más que una cena.

Martin visita nuestro país desde siempre. Lo hace como turista, para disfrutar del mar y descansar de su vida londinense. Este año prefirió dejar de lado el disfrute que genera el ocio y traernos, por primera vez, su gastronomía a través de su exitoso proyecto. En sus inicios intentó concretarlo en Buenos Aires, su ciudad natal y como es difícil ser profeta en su tierra, marchó a Londres donde después de 7 largos años de gestación logró hacer realidad su sueño. Una mesa para todos y todos en una mesa. Un momento gastronómico que va más allá de lo gastronómico y supera las expectativas de los sibaritas consumados.

En el profundo José Ignacio, en la alejada y maravillosa posada Luz Culinary Wine Lodge y en medio del bosque, la experiencia se compuso de doce momentos. Cada uno diferente al otro. En el primero fueron los Outdoor Cocktail y el último, correspondió a los aplausos. Aplausos para el cocinero, el servicio y también los actores, músicos y bailarines.

En el amplio abanico de momentos, dos fueron nuestros preferidos: el quinto, que refería al tradicional Vitello Tonnato, donde la clásica carne de res prefirió convertirse en una porción de rojo atún. Innovación para un clásico de la cocina italiana, que lo transformó en una versión veraniega y fresca, muy bien lograda y elogiada. El gran impacto de la noche fue el noveno, denominado por el cocinero-artista “Lo esencial es invisible a la boca” y luego de leer con lupa la minúscula y casi invisible frase en el blanco plato, el equipo de cocina, con Milesi a la cabeza, nos dejó sobre la blancura del platillo, una berenjena encurtida, con mayonesa negra y piel de la propia berenjena tostada, para confirmar gustativamente la frase antes leída. Oda a la exquisitez.

Después de tres horas de compartir recetas tradicionales, versionadas y otras innovadoras, preparadas con las más noveles técnicas culinarias, conversamos con  Martín para saber de él mismo, cómo llega a los fogones y cuál es su propósito con UNA. “Martín Milesi llega a la cocina comiendo. No tengo la abuela cocinera, la madre cocinera, el padre cocinero…, soy el anti system, el anti establishment…, por mi lado llega a través del padre de un amigo que era cocinero amateur y yo pasaba mucho tiempo en su casa  y ahí cocinábamos y nos reuníamos alrededor de la mesa a comer. Terminé el colegio, me dediqué a la gastronomía y también al  dibujo. Soy ilustrador y a través de la ilustración me conecto con el arte. Para mi un plato es un papel en blanco. El dinning room es un papel en blanco y por eso hay mucho de arte aquí. Hay un método artístico de vivir y de encarar el negocio del restaurante. Somos efímeros, somos un momento, a veces estamos y a veces no y por eso no abrimos un restaurante para tenerlo 40 años. Abrimos un restaurante para tener una experiencia de restaurante, porque hay un servicio, vinos, comida, y se va, desaparece, por eso todo lo que hay acá, es muy artístico”.

La experiencia se realizó en el marco de las “Priceless Experiencies” para los clientes de Mastercard. El chef prometió volver el próximo verano y esperamos que así sea, porque como bien pregona la importante marca de tarjetas, hay experiencias que no tienen precio y esta es una de ellas.