Gabriel Boric asumió la presidencia de Chile el 11 de marzo, en presencia de mandatarios extranjeros y al mediodía, los agasajó con un almuerzo original que no se amoldó a las reglas usuales. No hubo langosta, ni erizo de mar en el menú y los vinos que se sirvieron, no fueron los caros de bodegas prestigiosas

Carolina China Bazán y su pareja, la sommelier Rosario Onetto, fueron las elegidas para preparar el almuerzo presidencial. Juntas regentean Ambrosía, el concurrido restaurante de Santiago.

La intención de Boric de innovar, se hizo evidente cuando le encargó a su pareja, la antropóloga y feminista Irina Karamanos, elegir quien cocinaría ese día, con la condición de ofrecer platos típicamente chilenos, sencillos y sabrosos al mismo tiempo

El menú propuesto por la Bazán, tuvo a unas carrilleras con porotos como plato principal y un postre del tradicional mote con huesillo. Pero lo que más llamó la atención fueron los vinos elegidos para el agasajo. No hubo lugar para los Cabernet Sauvignon o los Chardonnay chilenos, pero con alcurnia francesa.

En su lugar fueron sustituidos por los varietales País, aunque un Cinsault y un Carménere se les sumaron.

La cepa País de Chile es la Listan Prieto, una uva tinta de Islas Canarias. Llegó de la mano de los españoles y se popularizó entre los viticultores de antaño, por su rusticidad y el buen rendimiento a la hora de vendimiar. Eran épocas de poco cuidado por la calidad del vino de mesa resultante, que se destinaba a un consumidor muy poco exigente. Razón por la cual, cuando los vinos finos empiezan a tallar – décadas de los 80 y 90 – no se la tuvo en cuenta para elaborarlos.

Los cambios que el siglo XXI trajo, hizo que el mercado estuviera abierto y con la seguridad suficiente, como para abordar otros varietales. En Chile los productores más perspicaces advirtieron esta nueva actitud y la cepa País les dio la chance de complacerla. Los buenos resultados no tardaron en llegar y hoy son muchas las viñas locales que la elaboran de forma exitosa.

Como sommelier, Rosario se encargó de elegir algunas de las etiquetas que podían evidenciar la calidad de los varietales País.

El puntapié inicial le correspondió al Amayna Sauvignon Blanc, de Viña Garcés Silva, una moderna empresa boutique con viñedos y bodega de lujo. Le siguió el espumoso País Estelado, de Viña Miguel Torres Chile.

El plato principal se acompañó con dos tintos. El Cinsault de Viña Tinto de Rulo, un proyecto que nació de la pasión de tres jóvenes estudiantes de Enología.

Y el País Viejo de Viña Bouchon Family Wines, una bodega que se ha dedicado los últimos años a darle identidad a la cepa País.

El último vino de la selección fue el Carmenére Pura Fé de Viña Antiyal, la primera bodega chilena nacida en el garaje de la casa del enólogo Álvaro Espinoza. El costo de los vinos servidos también se tuvo en cuenta y su precio en vinotecas o licorerías, no superaba los usd 20.

Lo novedoso de este almuerzo no impidió que fuera un éxito y esta declaración lo confirma: “Hemos visto cómo la despensa campesina y las tradiciones chilenas se sirvieron con dignidad, sabor y belleza, sobre una mesa presidencial de mantel largo. El alimento es un acto político y un almuerzo puede mostrar un mensaje de cambio”, dijo Carolina Bazán al ser entrevistada el día siguiente del agasajo.