Icónica uva blanca gallega rescatada

Bodega: Terras Gauda
Origen: Val do Rosal, Galicia, España

En distintas regiones del mundo vitícola europeo hubo y aún hay, ensayos y pruebas para rescatar antiguas variedades autóctonas, que por distintas razones se fueron dejado de lado. En Galicia tuvo éxito la reconquista de la Caíño Blanco, una cepa poco productiva, delicada y sensible a los hongos pero a pesar de ello, con una capacidad ancestral de dar vinos de categoría. Hace un par de décadas esta zona del noroeste español, no aparecía en el mundo de los vinos finos. Se creía que su húmedo clima marítimo, le impedía lograr la sanidad que hoy se exige, a las uvas que se destinan a obtener vinos de buena calidad. Sin embargo había productores como José María Fonseca – fundador de Terras Gauda – que no se resignaban ante ese aparente destino manifiesto y que estaban convencidos, que aplicando tecnología y cuidando el viñedo mucho más, se podía cambiar la pisada. Cada vez que lo han entrevistado, no ha tenido empacho en declarar: “Desde hace mucho quiero recuperar variedades autóctonas, hoy en peligro de extinción y también contar con un Albariño, que mantenga su calidad año tras año y no como sucedía antes, que unas añadas eran excelentes y otras no valían la pena”.

Sin un antecedente familiar en lo que al vino refiere, en la década de los 80 Fonseca ejercía un cargo profesional en el Instituto Nacional de Emprego de Galicia, donde entre otras materias, también se dictaban cursos de viticultura y enología. El buen vino le gustaba desde siempre y le tentaba mucho el desafío de producir el propio. Muy relacionado con personas de las finanzas gallegas y conociendo a tantos productores, tomó la iniciativa y apoyado por estos amigos, logró fundar el grupo Terras Gauda. Una empresa que al día de hoy se integra también con la bodega Pittacum en la DO Bierzo y Finca Sardonia en Sardón del Duero. Haciendo un trabajo prolijo a nivel del viñedo en Val do Rosal, un excelente Albariño pronto vio la luz y se impuso en el mercado. Pero Fonseca puso mucho énfasis dentro del consejo directivo, para impulsar la recuperación y ver de utilizar, algunas de las variedades autóctonas en peligro de extinción. La Caíño Blanco estaba en la mira y de ella nació este icónico blanco La Mar, que debe su nombre a la influencia atlántica tan notoria, que sus vides reciben en el Val do Rosal, donde están sus viñedos.

Anton Fonseca, director de exportaciones de Terras Gauda hizo estos comentarios para Apuntes de Cata: “Rescatar la Caíño Blanco no era un objetivo prioritario en nuestros comienzos, pero sí estaba en línea con investigar el potencial de las variedades autóctonas gallegas. Una idea que a mi padre le seducía mucho. Esta uva en particular atraía a nuestros técnicos por su gran expresión en boca, siendo tan untuosa como es y con un final redondo y amable. A medida que empezamos a comprenderla y a mejorar su trato en el viñedo, nos fuimos entusiasmando, para elaborar un vino blanco de guarda y que no son tantos hoy día. Ahora ya estamos orgullosos del La Mar y en tantas presentaciones que hacemos en el exterior, siempre logramos darles a nuestros invitados una grata sorpresa con este blanco icónico”.

Bueno es aclarar que luego de muchos ensayos y pruebas, los enólogos entendieron que para realzar su expresión en aromas y sabor, debía recibir el beneficio de un pequeño agregado – apenas un 5% – de Loureiro y Albariño. Se obtuvo así un blanco muy aromático, de buena estructura y del tipo gastronómico sin lugar a dudas. Su acidez sabrosa y provocante lo hace vibrar en boca. Da gusto paladearlo  y es sin duda ideal para acompañar por ejemplo, al pulpo o un bacalao a la gallega. Se puede comprar directamente en el importador: www.amirwor.com.uy