Hoy la tapa rosca y los tapones sintéticos le compiten con fuerza, pero este clásico cierre de las botellas de vino se resiste a perder su sitial. Resultó un hallazgo sensacional en el siglo XVII, uno que posibilitó guardar botellas durante años sin que el vino se deteriorara. Al contrario, se comprobó que algunos de ellos podían mejorar con el paso del tiempo. Elástico, inodoro, hermético y ecológico, funcionó a la perfección por mucho tiempo, aunque para sacarlo siempre había que tener a manos un tirabuzón. Sucedía que a veces la calidad del tapón no era suficiente y se quebraba al tratar de extraerlo. Hasta hoy esto conlleva una frustración, sobre todo cuando la solución es hundir el trozo atrapado, para poder servir el vino

Cierto es, que para una industria que no para de crecer, su origen vegetal condiciona al corcho para acompañar este desarrollo. Este material se extrae a partir de la corteza del alcornoque y su elaboración es larga y costosa. Los defensores de la ecología alegan que este árbol tiene la capacidad de regenerar su corteza, aunque no en un corto plazo. España y Portugal son los países productores por excelencia.

Por estos avatares, los cierres alternativos encontraron un nicho de mercado que los estaba esperando. La tapa rosca se abrió camino dando una solución muy segura y sobre todo muy práctica, a la hora de quitarla de la botella. Casi al mismo tiempo los tapones de plástico también se abrieron paso, sobre todo para los vinos de menor precio. En ambos casos su destino ha sido el de servir a esos vinos, pero de a poco, la tapa rosca se abre camino y va ganando terreno en segmentos superiores.

Es difícil pronosticar si llegará a ser usada por los de alta gama, aquellos que se acostumbra a guardar, para que se beneficien con el paso del tiempo. Porque sucede y hay que saberlo, que, gracias a sus propiedades naturales, el corcho permite una ínfima y deseable microoxigenación, para que esos vinos sigan evolucionando y mejorando en la botella.

Por ahora entonces, el corcho natural seguirá siendo el compañero fiel de los mejores tintos y blancos del mundo con pretensiones de guarda. Pero como la evolución también ha llegado a los tapones, no hay que dejarse llevar por las apariencias y comprender que cada tapón tiene su razón de ser. En definitiva, el mejor vino es el que más le gusta a cada uno, y no el que venga con corcho, tapón sintético o tapa a rosca.