Cuatro cocineras uruguayas hablan de los desafíos que enfrentan día a día en sus carreras y de lo que significa ser mujer en un ámbito tradicionalmente conquistado por hombres. Desde tiempos inmemoriales las mujeres desempeñaron un papel crucial en la gastronomía, a pesar de que la cocina profesional fue tradicionalmente considerada como el santuario del hombre. Por mucho tiempo los grandes chefs fueron ellos. Frente a las cocinas de los restaurantes más importantes del mundo, también estuvieron ellos. En la televisión, hombres, en las premiaciones, hombres. Pero con el tiempo el mundo gastronómico fue testigo de una transformación profunda, cuando la presencia femenina comenzó a tomar cada vez más fuerza, conquistando espacios. Uruguay no es la excepción, ya que cuenta con cocineras apasionadas y talentosas que no dudan en arremangarse y demostrar día a día sus destrezas

En el Mes de la Mujer, Catadores Uruguay habló con Mariana Tucuna, Ximena Torres, María José Cuello y Catherine Rivero, quienes contaron parte de su historia, anécdotas y experiencias.

Ser mujer en el mundo gastronómico

Mariana Tucuna tuvo que derribar muchos mitos al comienzo de su carrera: “Luché contra el mito de que no podía hacer un montón de cosas por ser mujer, como, por ejemplo, parrilla”.

Para la cocinera, el hecho de ser mujer hace que todo cueste más: “A veces tenemos que trabajar el doble para conseguir los mismos reconocimientos que el hombre”, señaló, agradeciendo haberse cruzado con personas que la apoyaron desde el comienzo.

Para Ximena Torres, ser mujer es algo que la define como cocinera, como repostera, en su sensibilidad artística a la hora de crear y desarrollar un producto y en el ímpetu y la fuerza para emprender que tiene desde pequeña: “Y eso hasta hoy sigue siendo igual de potente y hace que todos los días cuando una se levanta se prepare para una guerra, que es quizás mayor que la que tendría si fuera varón”.

En el caso de María José Cuello, cuando decidió ser cocinera y comenzó a formarse notó que muchas colegas se enfocaban a las preparaciones frías o dulces, con cierta resignación. Su espíritu inquieto y rebelde la llevó a elegir su propio camino en la línea de los fuegos y la cocina salada.

Según Catherine Rivero, ser mujer en el mundo culinario tiene “sus pros y sus contras, en un ámbito considerado de hombres, como pasa en tantos otros. Hubo que abrirse camino a puro talento, pero siempre fui fiel a mi filosofía, que después de una década y en el medio una pandemia, hoy sigue intacta, y eso no es poco decir”.

Además, resaltó que el hecho de ser mujer ayuda a que su cocina se destaque en pequeños grandes detalles: “Ancestralmente las mujeres han sido cocineras en sus hogares y toda esa herencia que traemos a veces hace que me sorprenda de mí misma en medio del proceso creativo y junto a otras que hacen equipo conmigo”.

Los desafíos para enfrentar

Entre los desafíos que le tocó enfrentar a Mariana hubo de todo: desde tener que supervisar a personal que además de ser hombre era bastante mayor que ella, hasta por supuesto posicionarse como asadora. “Hasta hoy pasa que a veces estoy en la parrilla y me dicen que eso es de hombres, entonces es un reto diario el demostrar con sutileza que la cocina no es de un género o del otro, sino que todos pueden cocinar”, sostuvo.

Cuando Ximena comenzó a emprender en el mundo gastronómico ser mujer y ser joven fueron sus dos grades obstáculos: “Empecé a tocar puertas para vender mis barritas de cereales y al ser mujer y tan chica sin dudas generaba un preconcepto. La industria gastronómica es muy machista y una se tiene que parar mucho más fuerte”.

María José, por su parte, contó que en las cocinas uruguayas suele tener experiencias amistosas, pero hace un tiempo, trabajando en el exterior, le sucedió que tenía un puesto de alto mando y hubo algunos imprevistos por ser mujer, y además extranjera: “Las primeras semanas me lo hicieron difícil, ellos no estaban predispuestos a mis órdenes, sin embargo, sí escuchaban las órdenes de otros que también estaban a mi cargo, pero eran hombres”, recordó.

Los desafíos que debió enfrentar Catherine también fueron muchos: desde el relacionamiento y el tener que dar órdenes no siempre bien recibidas a hombres, hasta algo que cataloga como “menor, pero a superar”, que es la fuerza bruta que diferencia a los géneros, “por lo que cargar cajones, subir garrafas, acarrear torres de platos, o mover una olla de 30 litros a veces no ha sido fácil, pero en este camino siempre me he rodeado de personas que son mi sostén”.

El papel de la mujer en la preservación de la cultura culinaria

Mariana aseguró que el papel que juegan las mujeres en la preservación de la cultura culinaria es fundamental: “Ella es la que nutre, la que se quedaba cocinando y buscando métodos para que la comida se conservara cuando no existía la heladera. Es importante seguir transmitiendo de generación en generación las recetas y secretos de las mujeres de cada familia”.

“Históricamente es la mujer la que está a cargo de la cocina, de las recetas, de mantener las técnicas. Somos grandes protagonistas de la historia culinaria de nuestros antepasados y lo seremos de nuestro futuro”, agregó Ximena.

María José, por su parte, destacó que actualmente tanto hombres como mujeres volvieron a darle más importancia al legado que quieren dejar a las nuevas generaciones. “Se está tomando más conciencia de la alimentación y de volver a ciertos valores, de cocinar con los niños, por ejemplo. Hay más participación en la cocina, decidiendo desde dónde comprar las cosas, qué consumir, hasta inclinarse más a los productores locales…, creo que hay un gran público inquieto y con ganas de saber”.

Entre los recuerdos de la infancia que más atesora Catherine está el de los días que volvía del colegio y sentía el aroma a canela desde antes de entrar a la casa: “Era cantado que mi Yaya había cocinado torta de manzanas, que por cierto la comía tibia, no controlaba la ansiedad ante aquel manjar”, contó, con lo que destaca que las mujeres fueron y son “creadoras y formadoras de buenas personas, que debemos y nos debemos regalar esas recetas de familia, ese aprovechamiento de recursos como un regalo divino”.

Y comparte un cierre que no deja mucho para agregar: “Desde la cocina sostenible, que respeta el medio ambiente y lo cuida, las mujeres de todo el mundo han convertido este lugar en una revolución, con cambio, con resistencia, donde el saber ancestral se transmite y se honra, donde nacen las mejores historias de familia”.

Mariana Tucuna es integrante de la Asociación Uruguaya de Asadores y representó a Uruguay en el Mundial de Asadores de 2022, en el que junto a su equipo lograron el tercer puesto. Realiza eventos, brinda talleres de parrilla para mujeres y hace asesorías en distintos restaurantes de Uruguay.
Ximena Torres estudió comunicación, es cocinera, Sommelier, se especializó en Chocolatería de la mano de grandes maestros en España. Es fundadora de La Dulcería de Xime Torres, autora de libros de cocina y jurado en Masterchef Uruguay.
María José Cuello es cocinera, trabajó un tiempo en el exterior y actualmente forma parte de varios proyectos en Uruguay, como Franca, Cuchara Food Design y Gaucha Estudio de Cocina, además de participar en eventos y como chef privada.
Catherine Rivero es cocinera y una embanderada en los productos locales. En su restaurante Arazá pone en valor la cocina nativa, siguiendo la filosofía del Slow Food.