Por sexto año consecutivo comenzó en marzo, el taller de vino casero de Artesana Winery, que dicta el enólogo Ignacio González. Queda en Las Brujas y es la bodega boutique del americano Blake Heinemann, que desde sus comienzos dirige la enóloga Analía Lazaneo

Consta de cuatro clases en días sábados y va desde la vendimia realizada por los participantes, hasta el embotellado del vino que ellos elaboraron. Los dos primeros módulos se hicieron este mes, el segundo se hará en  junio para realizar el trasiego, la clarificación y las correcciones pertinentes. El último será en octubre para envasar, tapar y etiquetar. Cada participante recibirá al finalizar y como premio a su dedicación, 6 botellas del vino grupal.

“Venir con ropa cómoda, gorro y protector solar, sin olvidar la tijera de podar que se puede comprar en mercado libre”, le avisa la bodega a los inscriptos.

Sin duda hay que resaltar el mérito del enólogo Ignacio González, que en plena vendimia se da el lujo de recibir a unos 20 entusiastas, para dedicarles un tiempo valioso y enseñarles los fundamentos prácticos de la elaboración.

“La idea guía de este taller es que los participantes puedan fijar las claves de la elaboración. Es importante no replicar recetas, sino que se entiendan los fundamentos” señala González.

“Todo se hace manual, como si lo tuvieran que hacer en su casa. Hay gente como los sommeliers, que quieren palpar en la práctica, lo que aprendieron en teoría”, agrega.

No todos los años se elabora la misma variedad tinta y la elección se basa en las uvas están en el mejor momento para cosechar. Este año es un blend de 80% Merlot y 20% Tannat.

El proyecto Artesana de construir una bodega con sus propios viñedos nació en 2006, como lo cuenta Analía Lazaneo: “Conocí a Blake en 2006 cuando yo trabajaba en Bouza y él venía por negocios a Uruguay. Le gustaba mucho el Tannat y frecuentaba el restaurante, que en la época era el único de bodega que recibía turistas durante la semana. Fuimos trabando una relación y se interesaba mucho en detalles técnicos, hasta que al final me ofreció proyectar una bodega pequeña. Acepté el reto y así comenzó mi nuevo rol como empresaria”.

“Blake es un típico empresario americano que me deja las manos libres, ya que sólo pone el ojo en los resultados. Los primeros años tuvo que apoyar financieramente nuestro comienzo, pero ya hace tiempo que Artesana no precisa su ayuda en este sentido” agrega.

Claudia de Oliveira Madeira y Federico Cabrera hicieron el curso hace ya varios años y como ella cuenta “fue un punto de inflexión” en nuestra vida. “Tan así que al construir nuestra nueva casa, la cava climatizada fue protagonista y ocupó un lugar central. Ese taller nos marcó tanto que nos impulsó a emprender el camino de elaborar nuestros propios vinos”.

En esa cava esta pareja tiene capacidad para acomodar 2.000 botellas y una mesa y sillas para 8 personas. Cada año elaboran sus propios vinos, con la marca La Ventura Wines y hace un par de semanas, los presentaron en el Bar Tabaré, a un selecto grupo de conocedores.

También Walter Fernández, experimentado sommelier y ex presidente de la asociación que nuclea a su profesión, hizo su primer taller en Artesana en 2018. Se entusiasmó tanto que este año lo repite con varios de sus ex compañeros.

“Quedamos muy motivados no sólo por el carisma de Nacho y su forma de enseñar, también por el hermoso grupo que formamos. Eso nos animó a repetirlo este año para hacer un vino más personal, eligiendo la variedad y usando nuestra propia barrica” comenta.

Tal vez no conocemos tantos apasionados que elaboran su propio vino, pero atendiendo a lo que estos amigos nos cuentan, son muchos más de los que pensamos.