Nació en Chile pero es un ciudadano del mundo. Estudio agronomía y enología, como es usual en el país trasandino. Se graduó en Davis, la prestigiosa universidad californiana. Comenzó a trabajar en su país. Al tiempo, dejó el campo para convertirse en comercial. Llegaron los viajes, esta vez para vender vino. En sus primeras vacaciones a Uruguay conoció a su esposa. Se radico en el país y trabajó para una importante bodega local. Lo vinieron a buscar de Chile para dirigir una de las grandes viñas chilenas. Años después, vuelve al país de la mano de Alejandro Bulgheroni, para hacerse cargo del proyecto vitivinícola más extraordinario que el Uruguay haya conocido

Carismático, sonriente y con la típica tonada de los chilenos, Christian Wylie conversó con The Select Experience en la terraza del restaurante de Bodega Garzón, en un soleado mediodía. La ocasión convocó al equipo gerencial que lidera Christian para presentar a clientes, amigos y prensa, la línea de vinos: Petit Clos. Una nueva categoría de varietales de alta gama, compuesta por: Albariño, Cabernet Franc, Cabernet Sauvignon y Tannat. La conversación recorrió variados tópicos, desde los origines galeses de Mr. Wylie, sus inicios en la industria, la relación con nuestro país, el proyecto de Garzón y el ingeniero Bulgheroni; así como del plan de negocios, los objetivos y los resultados del proyecto que dirige con solvencia.

¿Cómo fueron los comienzos de Christian Wylie en el mundo del vino?
Al comenzar mis estudios de posgrado en California me di cuenta que todo lo que concernía al vino era super interesante por lo creativo…, desde el manejo del viñedo, la elaboración y hasta la parte comercial.  Al volver a Chile empecé a trabajar como enólogo en Viña Carmen donde estuve un año. Al fin me di cuenta que estar todo el año dentro de la bodega no era para mí. Pedí pase al sector comercial donde tenía oportunidad de presentar los vinos y relacionarme con la gente. Luego, al pasar a Viña De Martino, comencé a viajar y realmente sentí que eso era lo mío.

¿Y su vínculo con el Uruguay como se da?
En el año 2000 me casé con una uruguaya a la que conocí en Punta del Este y, a pesar de que la idea era irnos a Chile, decidí explorar las chances laborales aquí. Me encantaba Uruguay, la nueva familia y la calidad de vida de este país. Le pedí una entrevista a Fernando Deicas, quien me recibió con su papá y les caí bien. Fernando quería dejar de viajar y me propuso que lo hiciera yo. Además, quiso aprovechar mi experiencia como enólogo en Chile para que les ayudara a perfilar los vinos,  renovar las etiquetas y durante 5 años me quedé en Juanicó.

¿Cuándo conoce al ingeniero Bulgheroni?
Me encontré en un torneo de golf con Nicolás Kovalenko, empezamos a conversar, le dije que vendría a Punta del Este de vacaciones y me propuso encontrarme con Don Alejandro que estaba buscando un ejecutivo con mi perfil. Así que después de 11 años de trabajo en Viña Santa Carolina, una empresa muy grande de Chile, Alejandro Bulgheroni me vino a buscar y aquí estoy.

¿Cómo es trabajar para un empresario del nivel de Bulgheroni?
Hace cuatro años que estoy aquí y estoy muy cómodo. Reporto directamente a él, esas fueron mis condiciones, porque este es un compromiso de muy largo plazo. Hicimos un plan a 5 años a principios de 2016 que cumplimos en 3. Hemos superado las metas en ventas, la inserción en los mercados, en el desempeño del restaurante y visitas de turistas. El resultado es mucho mejor de lo que habíamos planeado. Financieramente también estamos bien, teniendo en cuenta que aquí hay una inversión cuantiosa, gigante, son 200 millones de dólares, que se van a recuperar en un plazo de 50 años.

Sabemos que el terroir de Garzón es grandioso para la producción de vinos pero, ¿cuáles son las mayores desventajas operacionales, desde el punto de vista de geográfico?
A nivel de operación aquí tenemos muchas cosas en contra, tenemos más o menos el doble del costo de mano de obra, que no está entrenada como en Carmelo o Canelones, donde los viñedos existen desde siempre. Aquí no tenemos una localidad tan cercana como para que los trabajadores vengan en bicicleta o en moto. Muchos de nuestros operarios viven en San Carlos o en Rocha y son citadinos, no gente de campo. Tenemos entonces un servicio de traslados que los va a buscar y los lleva al terminar la jornada.

¿Y cómo están siendo los resultados del proyecto?
A través de un esfuerzo continuo de todos, estamos bastante mejor de lo que preveíamos hace 5 años. Estamos mecanizando y tercerizando los trabajos de campo, somos más eficientes en bodega y estamos exportando más. Los mercados del exterior ya absorben un tercio de nuestra facturación. Acá en Uruguay, nadie había pasado el millón y medio de dólares por exportar vinos. Hoy somos los primeros con más de 5 millones de dólares y sobre todo a un precio por botella alto para lo que son las colocaciones de Uruguay en el exterior. Si miramos hoy los últimos 12 meses de exportaciones, nosotros seguimos creciendo fuerte y ya somos el 35% de las exportaciones mientras Uruguay en total cae.

¿El ingeniero está contento con estos avances?
Es muy difícil saber si una persona está contenta. Yo creo que el ingeniero está motivado porque le gusta el posicionamiento, le gusta lo que se ha hecho en Garzón, ve su potencial, le tiene mucho cariño al vino.

Con estos indicadores tan positivos, ¿cuáles son los objetivos del siguiente quinquenio?
El objetivo es colocar la producción y posicionar la marca desde el punto de vista de la experiencia. Por eso lo que hacemos acá es fundamental para eso. Los que conocen esta bodega no se olvidan nunca más de ella. Por eso a nosotros nos importa mucho que prueben el vino en la bodega para hacer ese vínculo emocional que tanto importa. Es nuestra prioridad cuando salimos a exportar y encontramos un principio de interés. Lo que enseguida les proponemos es que vengan. Que lo hagan con sus clientes, con sus vendedores, con aquellos que están descreídos que Uruguay es un país de vinos y que los hace de gran calidad.

El ingeniero tiene otras bodegas en el mundo, ¿las quiere tanto como a Garzón?
No creo, pero a diferencia de las otras esta la vio nacer y es parte de su orgullo. Esta bodega la construyó desde cero, contra viento y marea. Sus amigos le decían que era una locura invertir tanto dinero en este lugar, que Mendoza o Napa Valley serían mejores lugares, con mayor visibilidad en el mundo para destinar tanto capital. Pero él ama Uruguay, Punta del Este y empezar de la nada constituía un desafío mayúsculo y el resultado es espectacular. Como ejemplo te cuento que cuando supo que nuestro tinto ícono – Balasto – había sido admitido en la Place de Bordeaux – el exclusivo club de los negociantes de Burdeos – y que era el tercer vino sudamericano en ocupar esa distinción, lo primero que me preguntó fue si había algún argentino y le contesté que no. Imagínate la satisfacción y el orgullo que esta noticia representó para él.

¿Qué significa Bodega Garzón para Uruguay?
Esta empresa para Uruguay es como un regalo, es la punta de lanza del vino uruguayo en el mundo. Estamos poniendo en el mapa del mundo a Uruguay y para dar un ejemplo, te cuento que estamos trabajando con los mejores restaurantes de carne en Asia, Europa y Estados Unidos, para que junto con nuestras carnes ofrezcan los vinos de Garzón. Porque el mejor embajador de un país es el vino.

Hay bodegas que se molestan con el proyecto Garzón, con su grandiosidad y estilo.
Supongo que siempre habrá molestias, pero tarde o temprano después eso decanta, porque el mercado es mucho más grande que en lo general se imagina. Nosotros no somos ni de cerca el malo de la película.

¿Cómo fue ofrecer al mundo vinos de una bodega nueva, de una región desconocida, de un país pequeño…, cuál fue el plan trazado?
Dar a probar el vino. Es la forma de hacerlos conocer. Nuestros vinos son muy buenos, son equilibrados, tienen buena acidez natural, dan ganas de tomarlos. No tuvimos un plan armado, más bien contamos con 4 embajadores que nos fueron abriendo las puertas. Por un lado un consultor de la fama de Alberto Antonini, que no oculta para nada su entusiasmo por lo que estamos haciendo aquí y que a donde va le ponen la alfombra roja. Que los medios y periodistas se matan por entrevistarlo.  Por otro lado don Alberto Bulgheroni, un billonario que tiene un nivel de llegada indiscutible. También está Francis Mallmann, reconocido en los grandes centros de la gastronomía y que conoce a los mejores chefs del mundo. Y por último, Ángel Cabrera, ganador del US Open y del Master de Augusta y que regentea nuestro campo de golf.

¿Cuál es el futuro de esta nueva zona vitícola del Uruguay?
Va a seguir creciendo. En 5 años han nacido 15 proyectos. El terroir es excelente, tiene drenaje, tiene mineralidad y un potencial eno-turístico y gastronómico indudable. Cada vez más la gente quiere vivir la experiencia. Si acá plantas dos hectáreas y pones un bar de pastas nada más, ya tenes una clientela asegurada, al menos en el verano.

Garzón está presente en 45 mercados. ¿Cuáles son los principales?
El principal mercado es Uruguay. En segundo lugar Brasil y luego Estados Unidos. Ahora estamos apostando fuerte a Asia y a Europa, que básicamente se concentra en Gran Bretaña, Holanda y países nórdicos. En Asia, estamos entrando muy bien en Japón, Corea y China.

¿Cómo define al consumidor oriental?
El oriental es super básico, el vino le tiene que gustar y  le tiene que gustar con su comida. Si la experiencia resulta es fantástico. El problema que enfrentamos en Asia es que no se conoce Uruguay. Tenés que ir y mostrarle la foto de Suárez con la camiseta del Barcelona o de Cavani para que empiecen a ubicarte. Mostrarles la estadística de importaciones chinas de carne y contarles que en este famoso restaurante y en este otro, se cocinan las carnes uruguayas y que nuestros vinos están diseñados y elaborados para acompañarlas. Es un trabajo muy primario, de educación, es puerta a puerta, es un trabajo de hormiga que requiere mucho laburo.

Gentileza: The Select Experience