Es la bodega más antigua del país, fundada en 1854 por la familia alemana Lahusen. Construida con piedras del lugar y declarada Patrimonio Histórico, se asemeja a una abadía medieval. En su pueblito llegó a albergar unos 800 colonos, contando con panadería, tambo, granja y frigorífico. Una cámara subterránea recogía el agua de lluvia, la que se usaba para moderar la temperatura de las fermentaciones

Fue adquirida hace dos años por el grupo inversor que encabeza Sebastián Planas, propietario de Colonia Express, la empresa que opera entre Colonia y Buenos Aires. También de otra bodega importante en Argentina y ahora se le suma la coloniense, que en la última década había decaído de forma importante.  Los cambios se vienen haciendo con rapidez para ponerla a punto y Daniel Ekkert es el enólogo que dirige la remodelación. Poseedor de vasta experiencia, trabajó en Finca Las Moras y en Finca Ferrer, propiedad del grupo Freixenet en Argentina.

“En enero 2020 tomé contacto con la bodega, la recorrimos con los directivos que me pidieron un diagnóstico para ponerla en condiciones de elaborar vinos de calidad superior” recuerda de su primera visita. “Pensé que tal vez sería bueno dejarla tal cual, para convertirla en museo y hacer otra nueva, porque al ser declarada patrimonio, sería difícil hacerle modificaciones. Igual se decidió renovarla y lo primero que hicimos fue sacar toda la madera posible, porque es el refugio predilecto de hongos y  microorganismos. Empezamos con los centenarios toneles de roble, sin dañarlos porque serán una pieza muy importante del museo que se construirá”.

Luego se hicieron muchos hisopados, para recoger muestras de paredes, tirantería y pisos, como para poder demostrar la necesidad de hacer retoques mínimos, sin modificar la estructura tan antigua. Obtenido los permisos comenzó la tarea quitando los revoques de las paredes y dejando los ladrillos desnudos. Los pisos se pintaron con epoxi, los techos se cepillaron y se pintaron con un barniz especial.

Hoy la bodega cuenta con equipos de acero inoxidable, vasijas de barro y tanques italianos de concreto, lo que la deja en una posición excelente, para competir a nivel internacional. Por supuesto que también se incorporaron barricas roble de distintos tamaños, a la cava del subsuelo donde se hará la crianza de los vinos de guarda.

En el mismo estado de abandono de la bodega estaban los viñedos. Hubo que hacer un trabajo intenso para conseguir levantarlos y ponerlos en condiciones.

“Este es un mega proyecto que tiene cimientos muy sólidos con cuatro pilares que lo sustentan. En primer lugar la recuperación y ampliación de los viñedos, porque los buenos vinos nacen de plantas sanas y bien trabajadas. Al momento de la compra, las vides estaban muy deterioradas y hubo que reacondicionarlas. Quedará como testigo la parcela del Museo, con plantas de más de 130 años” relata Germán Guardado, gerente comercial de la empresa, quien ya suma 25 años en el mundo de las bebidas.

Pero está el segundo pilar que consiste en:” la gran inversión en tecnología y equipos de bodega, para obtener vinos de alta gama apostando a situarlos entre los mejores del país. Sin dejar de lado la renovación de etiquetas y packaging, para que la estética vaya en consonancia con la calidad a la que aspiramos. El tercero será una posada VIP u hotel boutique, tipo Relay Chateau como le llaman en Francia. Por último y para completar, se va a lotear una parte del predio de 260 hectáreas, en la zona contigua al rio San Juan. Allí cada propietario tendrá su propio muelle y amarra, para los que gusten de la navegación” dijo para complementar la idea.

El viernes 19 se hizo la presentación en sociedad, a la que asistimos unos 300 invitados, para comprobar el renacer de Los Cerros, tal cual Ave Fénix que lo hizo de sus cenizas, como la antigua leyenda lo asegura.