Podríamos decir que es su «nom de guerre», quizá el resabio de su antigua labor. Lo que es seguro es que Pía Morosini es una mujer cálida, pacífica y perfeccionista, creativa en sus emprendimientos, comprometida con sus creencias y con una personalidad multicolor, tal cual los pixeles de una bella imagen. Diseñadora, cocinera, trotamundos y hoy elaborando las más deliciosas cremas heladas que los paladares montevideanos hayan probado

Pía regresó de Italia en el segundo semestre de 2018. Recorrió la bota de Norte a Sur, probando, cocinando y posteando cada plato, cada producto y cada helado que saboreó. Ese fue el motivo de su estadía en el país de sus ancestros; estudiar en la Carpigiani Gelato University, en la ciudad de Bolonia y, de paso, empaparse de la cultura gastronómica italiana.

Se podría decir que su llegada a la cocina fue una indiscutible transformación, un despertar a su propio destino: «Es muy loco porque antes de vincularme al mundo gastronómico, yo era diseñadora gráfica y teatral. Siempre tuve una inquietud hacia lo creativo orientado hacia a la imagen, si se quiere. La sensibilidad venía por ahí. Un día me encuentro que pasaba mucho tiempo cocinando para amigos, familia y entonces decidí estudiar cocina y me encantó».

Egresada del Gato Dumas y con su título bajo el brazo, se dedicó a recorrer cocinas en eventos y temporadas cada vez que el diseño se lo permitía. Así llegó a pueblo Garzón donde se enamoró de la cocina del afamado Francis Mallman. Había llegado el momento de tomar el sartén por el mango y sustituir el mouse por cuchillos y los colores de los pixeles por los de frutas y verduras. Francis la adoptó como discípula y así comenzó un viaje que la llevaría por Argentina, Chile y, fundamentalmente, Estados Unidos, donde permaneció casi ininterrumpidamente cuatro años.

Su gurú en la cocina es un uruguayo, cocinero exitoso que hoy triunfa con restaurante propio en Nueva York: Ignacio Mattos. Pía sabía de su trabajo y, sin dudarlo, fue a comer a Estela, quedando deslumbrada con cada uno de sus platos. Quiso conocerlo y trabajar con él. Conseguirlo, no fue sencillo. Gracias a su insistencia y tenacidad prontamente se vería trabajando junto a quien hoy define como su mentor, afirmando convencida «es de quien más conocimiento y actitud de trabajo he incorporado».

Cuando se conoce el trabajo de Pía es evidente que la influencia de Mattos prendió y hoy es parte de ella, de su forma de trabajar, de su preocupación por la elección del producto, hasta como cuida el medio ambiente desde su lugar en el mundo. Por eso sus helados y sorbetes son exquisitos, fuera de lo común, contrapuestos a lo industrial. Pía se inspira en productos de estación, naturales y locales. Prioriza ingredientes orgánicos y agroecológicos; y cree en un planeta verde, por eso trata de usar envases compostables.

“Priorizamos el uso de ingredientes orgánicos o agroecológicos asegurando que el producto final sea mucho más saludable. La cosecha se recibe de pequeños productores de Melilla, Rincón de Pando, San Antonio, San Bautista, Estación Atlántida, San José y Villa García, porque nos interesa fomentar la compra de producto lo más directamente posible del productor, quien trabaja con conciencia y respeto por la tierra y cree, al igual que nosotros, en un modelo productivo diferente y sustentable”, sentencia la cocinera, tal cual un manifiesto, convencida y consciente de lo que cree y hace.

¿Cuáles serán los sabores de otoño? Seguro sorprenderán como los del verano, donde se destacaron los sorbetes de durazno y jazmín; limón y vermuth; pomelo rosado y Campari; así como los helados de Tahini y Silán (miel de dátiles); de Amaretto y hasta el de miel de monte. A probarlos se ha dicho: @pixelitaheladospixelitahelados@gmail.com

Gentileza: The Select Experience
Fotografías: Mika Alvarez