Trivarietal armónico y muy bien logrado

Bodega: Centro Vitis
Origen: Villa del Carmen, Durazno
Precio aproximado: $ 420

Jean Pierre Bouillac y Pedro González son socios en Centro Vitis, el vivero de Villa del Carmen que abastece de vides, a bodegas y viticultores de Uruguay y del exterior. Entre ambos suman muchos años de experiencia viverista. Jean Pierre desde Burdeos y Pedro aquí en Uruguay. Ambos se unieron  para compartir conocimientos y para potenciar el vivero duraznense. “La prioridad es la producción vegetal y no la de uvas. Allí tenemos más de 35 variedades, que pueden parecer muchas para el mercado uruguayo, pero que en Brasil tienen mucha demanda” explica Pedro. “De todas maneras hay una producción de uvas, que no queremos perder y decidimos comenzar a procesarlas, para tener nuestro propio vino” agrega.

Una bodega se precisa

Al no contar con bodega propia hubo que buscar una y la familia Marichal les ofreció la suya. “Pedro nos asesoró durante muchos años, lo que de a poco se transformó en una gran relación de familias”, dice Juan Andrés Marichal. “A Jean Pierre lo conocí a través suyo y hubo una empatía instantánea. Hicimos una buena amistad y tan es así, que cuando lo visité en Burdeos, no me dejó reservar hotel y me alojó en su propia casa. Por eso y con mucho gusto no dudamos en darles un espacio, para que pudieran elaborar sus vinos en nuestra bodega”.

Hay que armar el cuadro

Sebastián Strada es enólogo y trabajó con los Marichal desde que egresó de la escuela Tomás Berreta, hace 19 años. Me intrigaba y quería saber qué pasos dio y cuál fue la ruta que lo llevó a crear este trivarietal que se compone así: Tannat 60%, Arinarnoa 20% y Marselan 20%. Las preguntas y los por qué, de estas tres uvas y sus porcentajes se sucedían y las respuestas sólo las tenía Sebastián.”Yo soy muy hincha de la Arinarnoa y me encanta tanto sola como en corte, porque tiene ese tanino amable que redondea tan bien al del Tannat. Lo que más me interesaba era lograr un buen aroma y sobre todo una frescura evidente”.

Da trabajo concretar el corte

De todas maneras estas explicaciones no eran suficientes y las preguntas seguían acuciantes. Cuántas pruebas y cuales, debe hacer el enólogo para llegar a los porcentajes finales? Sebastián lo cuenta: “Al finalizar la fermentación y con los vinos aún crudos, ya empiezo a combinarlos y esto es fruto de la ansiedad, pero también uno empieza a vislumbrar algunas combinaciones. Dejo pasar unas semanas y con esa información primaria hago un corte de 5 lts y lo paso a botellas. Las voy probando cada tanto y ya consigo ver un camino. También dejo una botella empezada y la voy probando, cosa que suma y ayuda a ubicarme. Cada vez con menos dudas sigo haciendo retoques, hasta que por fin me avisan que el vino debe salir a la venta. Ahí ya se terminan las dudas y es el final de este proceso”.

La cata lo desnuda

El color siempre manda en la mayoría de los tintos. Este lo tiene rozagante y es un buen comienzo. En el aroma es algo remiso y le cuesta despegar. Así y todo, el frutado se percibe con nitidez. Pero en boca todo cambia y la fruta se despliega con gran libertad, para producir una sensación muy grata. Esta sorpresa es muy reconfortante, al aparecer un tinto armonioso y muy disfrutable. Se justifica entonces, todo el trabajo que Sebastián Strada se tomó para elaborarlo.

Un paso más

Aunque la historia no termina aquí, porque Jean Pierre quiso tener la versión con crianza en madera del mismo trivarietal. Sin dudar, mandó las barricas desde Burdeos, para estacionarlo durante 9 meses dentro de ellas. Obvio que al tratarse de barricas nuevas, tanto en la nariz como en la boca, aparece con fuerza el aroma dulzón tan seductor del roble. El Ceibo Roble 2018 entonces, compañero pero distinto del Clásico, también está disponible para los que prefieren este estilo.