Los franceses Danielle Chambaraud y Jean Pierre Bouillac, son propietarios de Centro Vitis, un vivero ubicado en El Carmen (Durazno), que abastece a viticultores nacionales y brasileños. Esta semana, ella visitó Uruguay para chequear la marcha de sus negocios locales y nos dio esta entrevista

Es coqueta, elegante y nada presumida. Habla español con fluidez, marcando las erres  como se estila en su idioma natal. No le falta mucho para llegar a los 50 años y desde hace unos días está en Uruguay, adonde vino a chequear la marcha de sus negocios en nuestro país. Junto a su pareja Jean Pierre Bouillac, son propietarios de Centro Vitis, en El Carmen, departamento de Durazno, un vivero que abastece a viticultores nacionales y también de Brasil.

Su principal empresa en Blaye, muy cerca de Burdeos – Vignobles Bouillac – gira en el mismo ramo, al que se le suma una bodega importante que cuenta con 100 hectáreas de viñedos, lo cual es mucho en Francia. Alcanza con decir que algunos chateaux legendarios como Margaux o  La Tour, no llegan a esa extensión de cultivos.

Su madre era propietaria de un viñedo y su padre falleció joven. Danielle tuvo entonces que ayudarla, alternando sus estudios con las tareas del campo, sobre todo en épocas de poda y vendimia. Al terminar liceo realizó cursos de gestión empresarial y de negocios con el exterior, lo que le permitió aprender idiomas y hablarlos. Su espíritu de aventuras y las ganas de conocer el mundo la llevaron al Reino Unido, donde trabajó como guía turística, una ocupación por demás interesante: ”porque me permitía practicar el inglés y porque me encanta relacionarme con la gente y a esta altura no tengo dudas que puedo hacerlo muy bien”

Con Jean Pierre se reparten los roles. Él maneja la producción y ella las finanzas, la administración y la relación con los clientes de Francia y del exterior. En Europa el vivero exporta sus plantines a mercados tradicionales como España, Italia y Portugal, aunque también a nuevos mercados en desarrollo como Rusia, India y México.

“He participado mucho en la promoción del vivero en el extranjero. Por ejemplo, tenemos media docena de clientes cerca de Crimea. Allí hay una zona con un microclima muy especial para el cultivo de la vid. Por la poca experiencia de ellos, Jean Pierre los visita para asesorarlos,  ve la aptitud de cada suelo y según su composición, les recomienda cuáles clones de cada una de las variedades elegidas, serán los que mejor se adaptarán”.

El Uruguay los llamó

Todos los años en Burdeos se realiza VINITEC, una feria de insumos para bodegas y viticultores. Pasó durante la de 1996, en que un empresario uruguayo los visitó en su stand para contarles de la reconversión de viñedos que en nuestro país acontecía: ”Insistió tanto que al final nos convenció que podía surgir un buen negocio y Jean Pierre fue a conocer esta nueva realidad. Le gustó mucho el  gran interés de los productores por modernizar sus viñedos y antes de volver a Francia, ya se había asociado con Pedro González y sus hermanos, también viveristas. Fue así como comenzamos nuestra operación en Uruguay”.

Hoy Centro Vitis en El Carmen de Durazno, es propiedad de esta pareja francesa. Un emprendimiento que les ofrece la ventaja de cumplir con dos funciones. Por un lado es un negocio rentable que no sólo se apoya en el mercado interno, porque también desde Brasil llegan los pedidos: “Se trata de un mercado con gran potencial al que exportamos cada vez más y allá, a diferencia de aquí, hay una marcada preferencia por las variedades italianas como la Ancelotta, Nebbiolo o Prosecco”.

Obligados a experimentar

Por otro lado Centro Vitis funciona como un campo piloto o experimental, que a estos empresarios les da la libertad de cultivar y conocer a fondo, variedades novedosas y de gran futuro, como la Marselan y la Arinarnoa. Allá en Burdeos, las estrictas reglas de las denominaciones de origen no les permiten trabajarlas. Esta rigidez representa un gran inconveniente porque: “el cambio climático es una realidad, los veranos son más calientes, los racimos maduran de forma apresurada, sin dar tiempo a que los aromas logren su plenitud. Hoy tenemos algunos Merlot que alcanzan hasta 15 grados de alcohol, algo antes impensable y que los ubica lejos de la clásica elegancia que les dio tanto prestigio”.

El Ceibo y El Carmen

Pero no alcanza con los distintos ensayos en el viñedo, es necesario ver los resultados finales y ellos se plasman en el vino. Esta convicción condujo a dar ese segundo paso.  En El Carmen se genera una reducida producción de uvas que hay que aprovechar. Con ellas ya se están haciendo tintos de corte, en la bodega de la familia Marichal mediante un acuerdo que les permitió instalar los equipos propios. De la mano del enólogo Sebastián Strada, El Ceibo, un tinto Tannat 60%, Arinarnoa 20% y Marselan 20%, ya está en el mercado y a la venta en Iberpark a $ 419 la botella.