El turismo enológico es un sector en auge en muchas regiones vitícolas del mundo. En el Napa Valley de California por ejemplo, está instalado desde hace décadas. Es un rubro relativamente nuevo para otras regiones pero que ya incide en los números de muchas bodegas. Además del factor económico contribuye a la creación de la marca de las que lo practican. A los visitantes se les ofrece una experiencia polivalente, que suma al contacto con la naturaleza, el compartir las historias familiares de los bodegueros, el disfrute de los buenos vinos y el saber más de los secretos de su elaboración y crianza

Marcos Carrau es el presidente de ATEU – Asociación de Turismo Enológico del Uruguay – que  lo promueve con su marca Los Caminos del Vino. Desde 2007 agrupa  a catorce bodegas en el sur del país, concretamente en Colonia, Canelones, Montevideo y Maldonado.

“Hay bodegas en 17 departamentos y esta concentración en cuatro, se explica por la mayor afluencia de turistas que en ellos se da. Tuvimos un parate a causa de la pandemia, pero ya estamos en marcha de nuevo y contentos de nuestro aniversario”, manifestó Carrau.

“Desde el comienzo, dos actividades puntuales se hacen todos los años. Durante el mes de marzo y  en los fines de semana, tiene lugar la Fiesta de la Vendimia. Más adelante en junio, ya es un clásico el Festival del Tannat & Cordero, que se disfruta tanto al aire libre, como bajo techo si el clima no colabora. En noviembre y ya cerca del verano promocionamos el Día del Enoturismo” señala.

“Para nosotros es fundamental el apoyo que INAVI nos brinda y quiero destacar también, el buen trabajo que hacen emprendedores como Wine Explorer y Wine Bus, que organizan visitas grupales. Ellos atienden tanto al público local como a los turistas y en este caso con la ayuda de un guía en inglés o portugués, según sea la procedencia del grupo”, reseña Carrau.

“Algunas bodegas cuentan con restaurantes, otras no lo tienen pero atienden al que llega sin previo aviso. En nuestro caso, el de Bodegas Carrau, la visita debe ser con agenda previa”, remarca.

“Los casamientos y fiestas de aniversario no se incluyen dentro del enoturismo, pero es otro rubro que algunos colegas han sabido explotar y les ha dado muy buen resultado, sobre todo si están cerca de Montevideo”, complementa

A diferencia de otras regiones, en Uruguay se da la particularidad de que las bodegas son familiares y eso le agrega mucho valor a la visita. Y este detalle me recuerda un caso de hace años. Tuve ocasión de compartir una visita con un grupo de turistas británicos. Uno de ellos me comentaba que venían de Chile y Argentina donde fueron muy bien atendidos por personal especializado. Pero fue aquí en Uruguay, donde por primera vez en todo su recorrido, sus anfitriones fueron los propios dueños. Y por supuesto estaban encantados con el diferencial.

Sucede que las bodegas que abren sus puertas están muy orgullosas de lo que tienen para mostrar, contar y dar a probar. Así que mi consejo a quienes les tiente este programa: no teman en preguntar e insistir, porque a los anfitriones les gusta compartir su pasión con quienes los visitan.