Es una pregunta muy frecuente, que casi siempre va seguida de esta otra: ¿cuál es la mejor temperatura para beber cada vino? Esta duda no aparece cuando se trata de la cerveza, los refrescos o el agua mineral. Todos sabemos que hay que enfriarlos para beberlos. O sea que, salvo el café y el té –que también a veces se beben fríos– esta regla se aplica a casi todas las bebidas. Y por supuesto que para los vinos rosados y los espumosos también rige

En general, blancos y rosados se sirven recién sacados de la heladera, o sea a unos 10ºC. Los espumosos debido a su mayor acidez, conviene enfriarlos en un balde de hielo y servirlos a 5ºC. De esta manera retienen un tiempo más las burbujas que los hacen tan atractivos.

Los tres métodos más comunes para ajustar su temperatura se pueden utilizar según convenga: la heladera, el balde de hielo o el freezer. El tiempo requerido va a variar en cada caso y no se puede establecer a priori.

Sin embargo los vinos tintos no se enfrían, porque sus taninos no reaccionan bien con el frío. A temperatura ambiente –es decir unos  20ºC– estas sustancias producen una sensación ligera de sequedad o astringencia, que forma parte de su ADN y que las conocemos y las aceptamos. Pero al enfriarlos esas aristas se intensifican a nivel del paladar y la lengua y no permiten disfrutarlos como es debido. Blancos, rosado y espumosos por carecer de taninos, se pueden enfriar y así lo hacemos.

Por otro lado, y con cualquier vino pasa, que si se sirve a más de 25ºC, la presencia del alcohol genera una sensación cálida en la boca que no es agradable. Por eso es bueno refrescar un poco los tintos para que lleguen a esa temperatura y en general se recomienda que llevarlos a la mesa entre los 18 o 20 °C. Los tintos jóvenes, más amable y carentes de taninos, se pueden servir en el entorno de los 15 °C.

Un ejemplo muy conocido para los uruguayos, sirve bien para aclarar mejor lo  de las sensaciones en la boca y es el del whisky. Salvo contadas excepciones, casi siempre se sirve con hielo y  no sólo para enfriarlo, también para diluir el alcohol y para que resulte más placentero.

De todas maneras siempre hay excepciones y en Europa Central durante el invierno, con temperaturas bien por debajo de 0ºC, se acostumbra a calentar el vino tinto. Además, no sólo lo mezclan con canela y alguna fruta, a veces se le agrega una pizca de vodka u otro destilado que tengan a mano. Porque siempre en materia de gustos y costumbres: todo es relativo.