Con tanta oferta de vinos que hay en el mercado, la búsqueda de singularidad obsesiona a los productores como forma de diferenciarse de sus colegas. Se buscan novedades como el uso de cepajes poco conocidos o aparecen también, vinos de corte innovadores que combinan variedades que hasta ahora parecían incompatibles. Otra forma de diferenciarse es por la zona donde se ubica el viñedo y entonces ha empezado una corrida a descubrir nuevos sitios, los que hasta ahora no se usaban para la viticultura

Instalarlos en lugares más altos es lo que se ha dado, aquí cerca en Mendoza, aunque a los de Salta y Jujuy la altura ya les llegó como un regalo de la naturaleza. Bodega Colomé, propiedad del suizo Donald Hess en los Valles Calchaquíes, trabaja uno llamado Altura Máxima que estando a 3.111 msnm, figuró por muchos años como el más alto del mundo. No hace tanto fue desplazado por otro de Jujuy, en la Quebrada de Humauaca situado a 3.329 msnm. Claudio Zucchino es el propietario de la bodega Viñas de Uquía,un emprendedor que decidió ir a más y no solo plantó vides a esa altitud, sino también utilizó una mina abandonada, para armar una cava con condiciones ideales para estibar sus vinos.

Ahora el Libro Guiness de los Records postula al que se ubica en el Tibet a 3.563 msnm. Un proyecto iniciado en 2012 con 11 variedades diferentes, casi todas en forma experimental, para identificar a las que mejor se puedan adaptar al lugar.

En Europa las chances de instalar viñedos tan altos son nulas. En el Alto Adige al norte de Italia algunos se cultivan a 2.000 msnm y los españoles reivindican el suyo, en la provincia de Murcia con apenas unos 1.370 msnm.

Aparte de la singularidad que las montañas les dan a sus vinos, cierto es que hay factores indudables que ayudan a estos cultivos. La sequedad del clima es uno que impide la proliferación de las enfermedades de la vid. La gran insolación es otro beneficio para las uvas, que deben engrosar su piel para defenderse de la radiación ultravioleta, con lo cual las tintas generan mayor concentración de taninos. Estas condiciones tan especiales, les dan la  oportunidad a los productores de trabajar sus viñedos en forma natural u orgánica, sin la aplicación de pesticidas. Así agregan otra distinción a sus vinos, una que hoy día es reclamada por muchos consumidores, sobre todo de Europa.

En Uruguay no tenemos ninguna chance de seguir esta tendencia y tal vez el viñedo más alto – a unos 300 mts de altura – es el de Cerro Chapeu de los hermanos Carrau. Aunque persiguiendo el mismo fin de la singularidad, nuestros bodegueros están desarrollando otro concepto para distinguir a nuestros vinos y ayudar a posicionarlos en el mercado. Es el de vinos oceánicos, que las bodegas del Este del país proclaman desde sus etiquetas. En el mundo son contadas las regiones vitícolas que se ubican tan cerca del mar.