En estos días se conmemoran 50 años de la Primera Cumbre de la Tierra que tuvo lugar en Estocolmo y de su declaración de principios para conservar y mejorar el medio ambiente. Desde entonces ha habido avances, en lo que respecta a la conciencia del fenómeno, aunque estamos lejos de una mejora sustancial y palpable

En concreto el mundo del vino está preocupado por los efectos adversos que en algunas regiones ya se palpan. La falta de agua para los viñedos es uno de ellos y sucede sobre todo en América.

La empresa de aguas del sur de California acaba de adoptar, una medida sin precedentes que consiste en limitar el riego de jardines, a sólo un día por semana, mientras la sequía no da señales de aflojar. El primer trimestre de este año ha sido de los más secos en la historia del estado. Sus viñedos se riegan con agua de pozo. También para los cultivos de frutales se utiliza el agua subterránea, con lo cual la napa freática está bajando. Esto ha provocado que se vayan hundiendo, algunas áreas del valle de San Joaquín, a medida que el suelo se va compactando por la pérdida de humedad.

Aquí en el sur y en la cordillera, el volumen de las nieves descendió de forma alarmante y los ríos de Mendoza carecen del caudal tradicional. Esto se agrava por los veranos más calurosos que vienen sucediendo. Preocupados, los bodegueros y enólogos buscan sitios diferentes para sus nuevos viñedos. Plantarlos en lugares más altos es una opción, pero también buscar nuevas locaciones hacia el sur, es otra que mucho seduce.

Es la elección que hizo el ingeniero Alejandro Bulgheroni – propietario en Maldonado de Bodega Garzón – que plantó sus viñedos en Chubut, un lugar inimaginable hace algunos años atrás. Sin duda un clima severo fue el mayor desafío que debió enfrentar, con temperaturas invernales que bajan hasta los    -20º.  También proteger las vides de los poderosos vientos patagónicos, que pueden llegar a los 100km/h. Para ello se plantaron cortinas perimetrales de álamos, de modo de generar una barrera de protección natural. Al principio el frío extremo hizo dudar si las uvas alcanzarían su completa madurez, pero la intensa radiación solar en primavera y verano, permitieron compensar el corto ciclo vegetativo.

En Europa en cambio, preocupan los veranos más cálidos, que producen uvas con mayor contenido de azúcares, lo que redunda en un aumento del contenido alcohólico, en un momento en que el mercado pide vinos más frescos y ligeros. El foco entonces se dirige a experimentar con nuevas variedades que resistan las altas temperaturas y que también requieran menos agua, para dar un buen resultado sin desmedro de la calidad.

Aquí en Uruguay y en Bodega Bouza, se llevan registros minuciosos de la suma de  temperaturas de cada verano.”Hasta ahora no podemos identificar cambios que marquen una tendencia. Cierto es que el verano 2021 registró una baja importante de ese guarismo y los racimos tardaron más en madurar, lo cual no afectó a la calidad de los vinos”, cuenta el ingeniero Eduardo Boido director técnico de la bodega.

Tal vez la cercanía del mar nos ayuda y hace que nuestro clima tan variable, no llegue a los extremos antes mencionados. Es de esperar que esto siga así por un buen tiempo