Esta singular línea de la familia se genera por la pasión de los Deicas, para llevar la viticultura del país a un nivel superior. Desde 1999 sus técnicos realizan investigaciones buscando la compatibilidad de suelos, climas y variedades, antes de seleccionar los distintos lugares donde se irían a implantar nuevos viñedos

Según mi cuenta son media docena de locaciones, que incluyen los departamentos de Durazno, San José, Maldonado y viñedos en varios lugares de Canelones. El propósito fue  encontrar el sitio en el que cada variedad pueda desarrollar su mejor potencial, para dar un vino único de gran personalidad.

Se trata de la búsqueda del terroir. Un término francés que no tiene una traducción exacta al español y que refiere a la combinación de cuatro factores claves en la elaboración de vinos de calidad: suelo, clima, variedad de uva y el manejo particular que el viticultor realiza en su viñedo.

Ubicar ese sitio ideal para desarrollar un viñedo no es cosa fácil y en Europa se hizo a través de generaciones y a no dudar: por el método de prueba y error. Se entiende mejor si entra Francia en la conversación. Chablis se dedicó desde siempre a la Chardonnay y con ella se hacen blancos de calidad sin igual. Así pasa en Borgoña, Alsacia y Burdeos, donde cada región cultiva sus variedades.

Ahora Santiago Deicas acaba de presentar tres nuevos Single Vineyard para totalizar los diez de esta línea. El blanco es un Albariño 2023 del Valle de los Manantiales en Maldonado, del mismo viñedo que le dio luz al excelente Albariño Cru d’Exception, que ya tuvo un destacado reconocimiento internacional. El suelo de granito meteorizado de Garzón le da su impronta mineral y una acidez más pronunciada que su predecesor, para emparejarse de alguna manera, con los tantos gallegos que hemos podido probar.

En cambio, los Pinot Noir 2022 son de Canelones, uno de la Tahona y otro de la Finca Castelar en Progreso. En esta zona del centro sur del país, el suelo es diferente y el contenido de arcilla predomina sobre lo pedregoso. Esta condición común a ambos, debería hacernos pensar en que serán parecidos. Pero no es así porque las vinificaciones son diferentes y Santiago lo explica: “El de la Tahona tiene un pasaje por roble de segundo uso y por ello la fruta se destaca más. Por su lado en el de Finca Castelar la madera se expresa más generosa, es jugoso, muy aromático y de taninos más marcados”.

En nuestra opinión ambos comparten la acidez y el toque herbal y se diferencian en la presencia del roble y en su aroma, siendo más típico y más seductor para mí el de Finca Castelar.

En Uruguay, de a poco y año tras año, esta variedad francesa viene ganando popularidad, porque las bodegas la tienen más en cuenta y el público comienza a reconocerla. Ya tenemos muy buenos ejemplares y estos dos son buena prueba de ello. Les damos la bienvenida y nos alegra que los Deicas, sigan en la búsqueda de viñedos tan singulares como estos.