Su cuna es el granito

Bodega: Garzón
Origen: km 175, Ruta 9, Maldonado
Precio aproximado: $ 315

Cuando el verano se acerca, parecería levantarse la veda invernal que le aplicamos al vino rosado. Porque la mayor luminosidad y los días más tibios,  nos vuelven más flexibles y nos llevan a considerar a un tipo de vino que frecuentamos menos. Tal vez porque hay muchas bodegas que elaboran el suyo, sólo para completar un abanico de oferta. Entonces es lógico que aparezcan los mitos que ubican al rosado en un segundo nivel, frente a blancos y tintos. Algunos piensan.. “que no maridan con ningún tipo de comida”. Y para reforzar esta creencia, notemos que no los mencionamos al decir que los tintos van con las carnes rojas y los blancos con las otras. En esta fórmula tan tradicional, los rosados nunca se incluyeron. Pero hay muchas bodegas y enólogos que se empeñan y que emplean su mejor técnica para lograr uno muy excelente. Lo primero a definir es la variedad de uva tinta a utilizar, porque obtener el color no representa un obstáculo, pero contar con un rosado bien aromático es harina de otro costal. Por ello y en nuestro medio siempre hubo algunas uvas preferidas como la Merlot o Cabernet Franc, por su potencial de fragancia. En este caso, Germán Bruzzone enólogo residente de Bodega Garzón optó por la Pinot Noir que allí, en un viñedo refrescado por la brisa oceánica da muy buenos resultados. A ellos se le suma que esas vides crecen en un suelo muy especial, compuesto en gran parte por un granito antiguo y semi disgregado. Usando la tecnología de última generación de  la bodega, Germán obtiene un rosado muy elegante. De color salmón claro y un aroma complejo que combina lo floral y el frutado, impresiona muy bien antes de probarlo. En boca tiene estructura, es seco y su acidez provocativa lo hace más sabroso. Lo servimos para recibir a unos amigos y escoltar unos riñoncitos de cordero a la provenzal. El resultado fue óptimo y muy recomendable.