Cinco establecimientos se unen para ofrecer una ruta del vino, con degustaciones y conversaciones disfrutables con sabor a anécdotas de familia

Hace dos años, una cronista de The New York Times comparó la zona de Carmelo en Colonia con la Toscana o Mendoza. Carmelo tiene una rica tradición de bodegas, pero muchas veces los turistas que visitan Colonia del Sacramento se pierden la posibilidad de disfrutarlo. A partir de la semana próxima tendrán una opción para conocer esta encantadora localidad y su tradición de vinos.

El próximo jueves se lanza la primera edición de la Ruta del Vino, una propuesta de Bodega El Legado, Cordano, Familia Irurtia, Zubizarreta y Finca Campotinto. No es la primera vez que las bodegas de Carmelo generan acciones conjuntas pero sí la primera que logran concretar una propuesta que incluye transporte. Se conocen bien, y quieren que esto funcione para agregar valor a la marca turística de Carmelo, cuenta Mariela Zubizarreta.

Con un único pago, los turistas podrán ser trasladados desde y hacia su hotel en Colonia y coordinar el ingreso a las bodegas para realizar degustaciones básicas.

Con una duración de tres horas, se ofrecerán dos opciones: una de ellas pasa por las bodegas Zubizarreta e Irurtia y propone la visita a la Calera de las Huérfanas; la otra incluye la Bodega El Legado, Cordano y Finca Campotinto.

Denominador común

Más allá de los detalles técnicos del proceso de producción o de cada vino, lo atractivo de la propuesta radica en el carácter familiar de los establecimientos, que les otorgan la autenticidad y la calidez de lo «atendido por sus propios dueños». Así, se puede entrar en contacto directo con las ricas historias de esfuerzo, pasión y tosudez (en general vasca) transmitidas de generación en generación.

El denominador común, explica Zubizarreta, son esas historias familiares (salvo el caso de un inversor en Campo Tinto), así como el origen y el arraigo.

Una foto de un antepasado, un mueble, botellas especiales dedicadas a algún acontecimiento familiar, una máquina antigua, el nombre de un vino en homenaje a una abuela que dejó huella. Todos estos detalles son disparadores de anécdotas. Y se puede terminar, por ejemplo, en la galería de la Casa de Aitona (abuelo en euskera) en Bodega Zubizarreta saboreando un buen vino y tomándose un tiempo para escuchar historias de parte de la anfitriona, Mariela Zubizarreta. O disfrutar de la gran cava de los Irurtia, con una cálida charla con María Noel Irurtia, y quedarse con la sensación del rescate de lo artesanal, «de la mano del hombre» acompañando el producto. O disfrutar del hermoso parque entre copas. «La propuesta está buena también», comenta María Noel Irurtia, porque, al contar con traslado, permite que todos puedan degustar. Ya nadie se queda afuera porque deba conducir.

Cada establecimiento tiene su encanto. En Cordano vale la pena conocer el antiguo almacén de campaña, donde es posible volver a sabores autóctonos. El Legado es una bodega boutique con alto cuidado de los detalles. En Campo Tinto funciona un restaurante de primer nivel. Lo atractivo está en conocer a esta gente abierta, a la que le apasiona lo que hace, a la que se nota que lo lleva en la sangre. Y entre copa y copa, percibir el alma de una familia detrás del esfuerzo que lleva cada botella.

Las claves

Transportista. Detrás de la Ruta de Vino Carmelo está la empresa Sur Viajes, encargada de la coordinación entre bodegas y hoteles, y el contacto con los turistas interesados. El costo ronda los
US$ 40, según la opción de ruta que se elija. Está disponible también para aquellos que no estén hospedados en hoteles. Se obtiene más información a través de vela291268@hotmail.com o 098521240.

Personal. Las visitas a las bodegas no se basan en lo técnico. No se trata de una clase, sino que los anfitriones, a través de la charla, van viendo qué puede gustar al visitante y lo invitan a probar diferentes opciones.

Niños. Es un buen paseo para realizar también con niños, que quedan encantados con las recorridas por los viñedos y las explicaciones sobre la producción del vino.

Bodegas. Cada bodega ofrece aparte sus propias visitas turísticas. Son disfrutadas por turistas argentinos, europeos y, cada vez más, brasileños.

Por Gabriela Malvasio. Fuente: El Observador